La sangre y el petirrojo, por Renée Rethorique
Hoy no existe el rojo
no existe más que en la sangre
ni en plumajes,
ni en estrellas,
ni en corolas de amapolas.
Hoy la sangre del pecho del petirrojo tiñe las flores frías
bala de plata, bala sin valentía,
bala que atraviesa su pechito
plumado, avieso y ahora frío
Si tu sino ya no es piar,
¿qué vas a hacer, pajarito,
pajarito mío?
Pío, pío, pío
llora la mariposa,
moquea que te moquea,
lloran los caminos,
tierra sobre tierra,
llora el arroyo,
y sus aguas se congelan.
Llora su nido,
y los pequeños petirrojitos lloran de hambre,
de frío,
y de pena.
Lloran ahora que se ha ido
ahora que se han quedado sin su pío,
pío, pío, requetepío,
¿quién ha matado al pobre pajarito?
¿quién ha dejado a las vacas,
a los caminos, al arroyo,
y a su nido, sin el pobre, pobre petirrojito?
Ahora que el petirrojo ya esta frío,
no queda nada de su brío
no quedan gorjeos ni corcheas
sólo queda sangre, sangre y tristeza.
Y nada,
no queda nada,
nada de su plumaje encarnado,
ni nada de su pío,
pío, pío, requetepío.